jueves, 12 de enero de 2012

Boletus Impolitus

¿Qué tal?
Hoy vamos a proceder con una receta muy fácil, lo complicado es conseguir la materia prima, en este caso Boletus impolitus. La dificultad consiste en que primero hay que saber de setas y después encontrarlos en el campo. Vamos, que ni se compran ni se venden, como el cariño verdadero. No obstante, no hay que desesperar, pueden sustituirse con éxito por otros boletus que sí se pueden adquirir en el mercado o tiendas especializadas, como Boletus edulis o Boletus aereus, y que son incluso de mejor calidad. Dicho esto, no habrá ningún problema a la hora de su preparación, ya que seguiremos el mismo procedimiento. Están riquísimos. Al tener un sabor tan especial no es necesario añadirle nada, tan solo aceite y sal.

Ingredientes:
•    Boletus impolitus (Boletus edulis o Boletus aereus).
•    Aceite virgen extra.
•    Sal.

Aquí os muestro los dos ejemplares que ha recolectado un gran micólogo, mi padre, recién cogidos en la sierra de Huelva.

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Lo primero que debemos hacer es limpiarlos bien  con un poco de agua y un cuchillo para raspar las partes con más tierra, se quedan en perfecto estado. Si son B. impolitus desecharemos el pie, en caso de B. edulis o B. aereus lo aprovecharemos también. Acto seguido troceamos los boletos en láminas del grosor de un euro, aproximadamente, como puede observarse en la foto. Mirad el color amarillo tan precioso que muestra la parte inferior de los sombreros (esta parte se llama “himenio” y es donde se generan las esporas).



Preparamos la sartén con poco de aceite y la ponemos a calentar a fuego lento.


Una vez caliente el aceite añadimos los boletos y los refreímos sin prisas, a fuego lento-medio.



Le añadimos sal al gusto y terminamos de pocharlos bien, nos debe de quedar algo así.


Como veis es muy sencillo y el sabor es impresionante. Tan solo nos queda presentarlo adecuadamente (emplatarlo, que se dice en el argot) quedando como os muestro en las siguientes imágenes.



¿Que os parece? Muy fácil, ¿verdad? Pues si tenéis la oportunidad de echar mano a unos boletitos, no lo dudéis. Y nada de añadirle gambas, jamón, freírles un ajito, nada de nada, solo aceite y sal. En temporada no resulta difícil encontrarlos en el mercado. Tampoco hay que comprar muchos, con un par de ejemplares sale una racioncita muy aviá para dos.
¡Ay! me dejaba atrás el vino. Bueno, eso lo arreglamos pronto. Un tinto apañaíto, en este caso, es preferible a un blanco. Aunque sobre gustos…
¡A vuestra salud!
Edu

miércoles, 4 de enero de 2012

Cocido extremeño con acelgas

Bueno, pues hoy vamos a elaborar un guiso delicioso, un cocido extremeño con acelgas, receta de mi madre.

Ingredientes:


  • Garbanzos 500 gr. 
  • Preparado para cocido de Mercadona (huesos salados, tocino añejo y fresco, hueso de jamón, pollo y ternera).
  • Morcilla.
  • Chorizo.
  • 1 hoja de laurel.
  • Sal.




Antes de nada debemos tener en cuenta que el garbanzo es una legumbre que se debe poner en remojo, en ambiente fresco, al menos 12 horas antes de guisarla, o 24 horas en la nevera. Naturalmente, si en lugar de agua del tiempo ponemos agua templada, el tiempo de remojo se verá reducido. Dos cuestiones a observar: deben estar cubiertos por completo y debemos tener en cuenta que su volumen aumenta aproximadamente el doble durante el remojo, así que habrá que ponerlos en un recipiente con capacidad para el crecimiento estimado. Existe el truco del almendruco para reducir el tiempo de remojo, aunque yo no lo aconsejo, y es añadir una cucharilla de bicarbonato al agua del remojo,  y así en unas 8 horas estarán listos. Hay que tener cuidado con el bicarbonato, pues si nos pasamos de tiempo o de cantidad, los garbanzos modificarán su sabor.
Una vez tenemos los ingredientes preparados y los garbanzos remojados desde el día anterior, comienza la función. Lo primero, la merecida copita de vino para hacer más ameno el desarrollo de la faena. En este caso nos vamos a olvidar del de Asunción y nos vamos a servir un buen riojita. Como estamos en Año Nuevo y hay que empezarlo bien, descorcharemos un Viña Albina, reserva de 2006, que tengo por aquí y que no es moco de pavo. A continuación lavamos bien los garbanzos, los ponemos en la olla rápida  y los cubrimos de agua.


Después lavamos a conciencia el preparado del cocido, quitamos la sal de los huesos salados y añadimos todos los ingredientes a la olla (pollo, ternera, huesos salados, hueso del jamón y tocino), además añadiremos por nuestra cuenta un trozo de tocino de cerdo ibérico que dará un saborcillo estupendioso (este palabro es una mezcla entre estupendo y maravilloso o delicioso).

Un traguito. Seguimos…

A continuación encendemos el fuego y a los pocos minutos empezará el ¿glup, glup…!


Para no cargar de grasa el cocido, herviremos aparte, en otro recipiente, la morcilla y el choricito (estos guisos con abundantes grasas estaban muy bien antiguamente, cuando había trabajo físico de sol a sol, arando el campo y esas cosas de hombres, ahora que nos pegamos casi todo el día sentado delante del ordenador pues no tiene mucho sentido atiborrarnos de ellas, que además de perniciosas cuestan un… eliminar; bueno, lo dejaremos en sudor y sangre. 


Acto seguido procedemos con las acelgas, que, por cierto, como podéis ver, el manojo de hoy es espectacular. Lamentablemente, solo usaremos la mitad, ya que la olla que tengo es un poco pequeña y no cabe más. Pero aprovecharemos las sobrantes para hacer una tortillita. Aquí no se tira nada.


Seguidamente, limpiamos las acelgas con abundante agua y las troceamos (de momento no las añadiremos). Retomamos la olla rápida con los garbanzos, que ya están hirviendo,  y observaremos que empieza a salirle una espumita por encima, pues la vamos quitando con una espumadera hasta dejarlos limpios. Por las fotos que vienen a continuación veréis que esto ya va tomando color ¿eh?


Al cabo de unos minutos, ya hemos desgrasado la morcilla y el choricito, que, como vemos en la imagen, he pinchado previamente para facilitar su salida. Apagamos después el fuego y lo dejamos apartado, luego lo añadiremos a la olla.


 Aquí podemos ver los garbanzos ya sin espuma listos para añadirles las acelgas.


Esto ya empieza a oler bien, ¡qué buena pinta! Es el momento de otro traguito, ¡glup! ¡Cómo calienta el riojilla!
Ahora salaremos con cuidado, ya que los huesos vienen salados, no vayamos a pasarnos, nos suba la tensión y salte el ICP.
A continuación añadimos las acelgas, como ya os comenté la olla es un poco pequeña y no caben todas, así que con la mitad del manojo, aproximadamente, tenemos suficiente.


 
 Dejamos un poco hervir y acto seguido cerramos la olla para que con el último golpe de calor terminen de ablandarse los garbanzos.


Con diez minutillos será suficiente para que estos garbancitos vayan cogiendo olor y color.



Ahora ya podemos añadir el choricito y la morcilla desgrasados. Lo dejamos un ratito más al fuego para que suelte su jugo y… ¡ya tenemos unos fantásticos garbanzos con acelgas que os sorprenderán!


Con un poquito de vino tinto y acompañados con su pringá están deliciosos, o ¡pa morirse!, como decimos por aquí abajo. ¡Ojito con los atracones!




¿Gustáis?

Edu.